ARTÍCULO 7. El día del hombre y los vericuetos de la despolitización de la reflexión y la necesidad de ser otros en tiempos y olas neoconservadoras
Ser o no ser, ahí todavía está el dilema cuando se habla de las masculinidades hegemónicas o tradicionales, sobre todo porque a bien entrado el siglo XXI todavía existen bastantes resistencias para seguir ejerciendo una masculinidad que tienen profundas y terribles efectos sobre la sociedad contemporánea y que al parecer no termina de modificarse y que, por el contrario, parecería que reposicionan una masculinidad ultra conservadora que busca impulsar el reconocimiento de prácticas que habíamos supuesto que se abandonaron ya a principios del siglo XX y que la realidad muestra que se siguen reeditando masculinidades profundamente conservadoras y machistas, expresadas en las estadísticas de víctimas de la violencia machista y que hoy ha sumado negacionistas.
Pero Unesco desde sus buenas intenciones (esperando que sí) ha establecido este 19 de noviembre como día del hombre, si bien los principios que guían este día señalan: promover modelos masculinos positivos, analizar el papel que juegan los hombres en las sociedad, reflexionar sobre la salud de hombres y niños y celebrar las contribuciones de los hombres, parece cerrarse a politizar el Estado de situación de las masculinidades en el mundo y en Bolivia, porque para todos estos principios o buenas intenciones ni desde Naciones Unidades, ni desde ningún gobierno se plantean políticas para promover masculinidades alternativas que puedan aportar a la democratización del planeta en todos sus ámbitos, es más se ha ido promocionando retrocesos profundos en términos de derechos humanos ante una ola reaccionaria que encima nos ha puesto en calidad de víctimas y sujetos sin capacidad de reflexionar sobre nuestras prácticas machistas que diariamente cobran miles de víctimas en una multiplicidad de acciones machistas que si disparan en todas direcciones y están presentes en todos los sectores y niveles sociales (clases sociales).
Los hombres definitivamente podríamos asumir este día como un día reivindicativo y de cambio social y político que cuestione el estado actual de las masculinidades, pero desde una postura poco reflexiva y cuestionadora de nuestros privilegios estructurales y cotidianos, seguro lo convertiremos en un espacio de victimización que nos seguirá encadenando a unas formas de ser hombres y de expresar nuestras masculinidades que cada día cobra más víctimas reales y se inunda de prácticas de crueldad que arremeten contra todo aquello que quiere evitar la consumación de nuestras prácticas de dominio y ejercicio de poder.
El día del hombres debería ser un día de invitarnos a los hombres de todas la edades y clases sociales y reflexionar sobre los costos propios y ajenos del ejercicio de una masculinidad profundamente machista y neoconservadora que pesa y que no nos permite soltar esos supuesto privilegios que se han convertido en un lastre para nuestra evolución como seres humanos y nos ha atado como aquel héroe mítico a un roca de irreflexión absoluta por siempre jamás.